Debemos tener claro que lo que queremos evaluar no es ni el número de aparatos tecnológicos de los que dispone el centro, ni de su correcto o fallido funcionamiento así como el éxito de los alumnos gracias a los aparatos proporcionados. Sino de la calidad educativa que nos proporciona dicha tecnología. Y a partir de esta idea, obtendremos el grado de satisfacción tanto de alumnos, profesorado como padres involucrados con sus hijos.
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